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Cinemateca – Comencemos por el final http://www.comencemosporelfinal.com Todo es movimiento irregular y contínuo, sin dirección y sin objeto (Montaigne) Mon, 13 Aug 2018 09:28:54 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 PELÍCULAS ANTIGUAS http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/#respond Tue, 18 Mar 2014 09:15:14 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1026  

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

El sábado pasado volví a ver Anatomía de un asesinato. La primera vez que la vi, hará como unos 10 años, me fui a la cama bastante decepcionada porque me parecía a mí que el film no terminaba bien (comencemos por el final siempre): el culpable se libraba, la esposa volvía a las andadas y una de las frases finales «el irresistible deseo» parecía parodiar el disoluto final. No esperaba un happy ending, pero sí algún tipo de lección, de conclusión, al fin y al cabo, se trataba de una película judicial.

Pero me equivocaba entonces porque el sábado cuando la miraba de nuevo percibía otra película. Poco a poco, todas las ambigüedades que antaño me habían pasado desapercibidas se hacían más palpables, como las aristas de cada uno de los personajes implicados (con sus pocas luces y muchas sombras) o, la sutileza de cada plano, llenos de significado pero sin la necesidad apremiante de subrayarte “atención aquí una pista”.

Una de las genialidades de la obra es la ausencia casi completa del jurado, al que vemos sólo de refilón porque Otto Preminger, el director, quiere que te sientes en una de sus sillas y juzgues tú con la información que te están dando testigos, víctima y acusado porque además, tampoco hay ningún flashback, otro hito, que te muestre lo que de verdad pasó esa noche, si es que hay una sola verdad que mostrar.

Cuando la terminé de mirar me quedé un rato pensando en el tiempo que había transcurrido desde entonces, intentando visualizarme con 22 años. Estuve un rato preguntándome: ¿qué había cambiado de verdad para pasar de pensar que unos granujas se libraban, a que unos pobres desgraciados se salvaban?. Quizá no sea tanta la diferencia. No llegué a ninguna conclusión satisfactoria. Pensé de soslayo en el arte, en las diferentes capas de interpretaciones que vamos superponiendo a obras que se ejecutaron hace 500 o 10 años, sin que ellas abran la boca.

Pocas veces tenemos la oportunidad de mirarnos ante un espejo que vaya más allá de nuestra apariencia; por fortuna, aquella madrugada miré esta película que, hoy de manera imperturbable, me muestra las cualidades adquiridas, esas que el tiempo ha ido poco a poco dejando en el lado anverso de mi piel. Si esa no es la función del arte, creo que nunca me licencié.

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CARTA DE UNA DESCONOCIDA http://www.comencemosporelfinal.com/2013/02/carta-de-una-desconocida/ http://www.comencemosporelfinal.com/2013/02/carta-de-una-desconocida/#respond Thu, 21 Feb 2013 13:03:58 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=804

Tomo prestado el título de la novela de Stefan Zweig para esta nueva entrada porque me viene muy bien para describir ciertos pensamientos que me aturden algunas noches. Este no es otro que el de la muerte. Así, tal cual, a secas, como ella misma. Aprovecho también para maldecir el momento en que se me reveló toda la dureza de este misterio. Tendría yo unos cinco años, tal vez cuatro, por televisión estaban echando una película, que nadie miraba, mi madre estaba planchado, mi padre no sé que estaba haciendo, cuando de repente escuché: «fulanito se ha muerto», y me dije «es la mía, voy a ver ángeles» Imaginaba un rompimiento de gloria y una gran celebración pero en su lugar vi un nicho vacío y un cementerio gris. Lloré desconsolada y mis padres me prometieron vida eterna.

Desde entonces siempre me ha dado miedo y frío morirme, a veces solo me entristece. Epicuro y su idea de «que no hay que temer lo que no se padece» ha calmado algunos desvelos. Me entristece, sobre todo, que cuando esté muerta, no podré recordar cuando yo sentía e imaginaba la muerte. Me acongoja saber que no seré consciente de esos momentos, de angustia y soledad, que revelan mí yo más vivo.

Hace un par de meses leía Carta de una desconocida (1927). La novela cuenta la historia de amor de una mujer joven que acaba de fallecer, y que deja una carta a su amado.La carta no viene firmada, y él no logra recordar de quién se trata. La distancia que separa a sus protagonistas, la que distan entre el mundo de los vivos y los muertos, parece un camino corto en comparación con la que crece, entre el recuerdo y el olvido.  Pero al final (como siempre)

“Su mirada cayó sobre la jarra azul puesta sobre el escritorio. Estaba vacía, vacía por primera vez en su cumpleaños. Se asustó. Fue como si alguien invisible hubiese abierto de repente la puerta y una fría corriente de otro mundo atravesara la habitación. Sintió cerca una muerte y un amor inmortal: algo se extendió por su alma, y se quedó pensando en la amante invisible, inmaterial y apasionada, como en una música lejana”

Me pregunto, si no será que cuando espontáneamente sentimos frío y muerte, es porque alguien nos recuerda desde ese invisible, vacío y silencioso mundo.

Por cierto, la foto que acompaña el artículo es un fotograma de la película que rodó Max Ophüls con Joan Fontaine basada en la novela. Es maravillosa. La recomiendo antes, durante, después o incluso sin lectura…

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Two Lovers http://www.comencemosporelfinal.com/2010/12/two-lovers/ http://www.comencemosporelfinal.com/2010/12/two-lovers/#comments Wed, 29 Dec 2010 13:03:00 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=324 Decía Alfred Hitchcock que si nuestros muertos volviesen, no sabríamos muy bien qué hacer con ellos…Nunca compartí esa sentencia, hasta que hace un par de meses me topé con una película (Two Lovers) que me reavivó un sentimiento que creía olvidado, y desenfocado.

Hallar y perder el objeto deseado a la vez, rozarlo y nunca más volver a hacerlo. Pero haber sido también alguna vez ese objeto de deseo, quedar rendida ante tan sincero amor para, finalmente, huir de tan profundo y oscuro sentimiento, como quien huye de un cementerio, con ese sentimiento de querer vivir porque los demás están muertos. Decía un buen amigo que el adverso del amor era la muerte, nunca quise entenderlo…

Así que probablemente, el maestro, tenga razón y no deberíamos dejar rastro alguno a los que un día se fueron porque… ¿Han pensado qué harían si volvieran aquellos por los que en algún momento hubiesen muerto?

 

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Aburrimiento académico http://www.comencemosporelfinal.com/2010/05/aburrimiento-academico/ http://www.comencemosporelfinal.com/2010/05/aburrimiento-academico/#comments Fri, 07 May 2010 15:20:33 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=259 A veces me pregunto porqué nunca he tenido la valentía de levantarme y abandonar una conferencia tediosa, una clase aburrida o una obra de teatro soporífera, con lo sencillo que sería levantarme -sobre todo si es un auditorio grande- y marcharme y no escuchar más discursos vacíos y reiterativos, interpretaciones desvaídas, o clases que zarparon hacia ninguna parte, o lugar. No, eso no. Ahí me quedo yo, pasmada, intentando dar sentido a lo que no, esperando un giro inusitado del discurso que de valor a lo dicho. A veces aparece, pero otras no.

Lo curioso es que casi nunca salgo con la sensación de haber perdido el tiempo, sí, removida, agitada, y, a veces, algo triste. Lo que me hace pensar en un concepto que leí, hace ya tiempo, en “El cine según Hitchcock”, donde Truffaut sacaba a relucir la noción de “películas enfermas” para referirse a parte de la filmografía de Hitchcock que se alejaban de la maestría del genio y, que la crítica más denostó. Para él, estas películas, sin embargo, eran tanto más profundas que sus clásicas porque permitían observar, por un lado, digamos en sentido metafórico, el dibujo que escondía la pintura, y por otro, al ser más sinceras (que no menos artificiosas) eran un tanto más fáciles de allanar, perpetrar, aprender…

No sé, creo que no llego a abandonar la sala porque sale a relucir mi verdadero espíritu, el que lucha contra el tedio, la mediocridad y el aburrimiento diario que ofrece la vida, pero también el que siempre está a la espera de algo mejor, lo cual aparece más a menudo de lo que uno pueda creer. Porque a decir verdad, ¿por qué tengo más firmemente en la memoria las malas conferencias que las buenas? De hecho, al final, fueron de las que más aprendí.

Si es que ya lo decía Truffaut, te permiten ver más claramente.

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Si mi biblioteca ardiera esta noche… http://www.comencemosporelfinal.com/2009/07/si-mi-biblioteca-ardiera-esta-noche/ http://www.comencemosporelfinal.com/2009/07/si-mi-biblioteca-ardiera-esta-noche/#comments Sun, 05 Jul 2009 12:22:23 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=188 Si empezara a arder por ejemplo desde abajo, arrasaría con el vago recuerdo de vaporosos decorados Rococo, sepultaría del todo el arco de herradura del primer románico peninsular y olvidaría lo que significó el Suprematismo ruso y el pobre Duchamp. Si el fuego continuará extendiéndose hacía la izquierda, Javier Marías quedaría por siempre jamás desterrado en Londres y Tolstoi en Siberia, Filemon y Baucis no serían frondosos árboles que se acarician en los días de viento, y la tristeza de toda una tarde no quedaría recogida en la frente de una hermosa dama.

Si el fuego avivase, Greta Garbo nunca subiría al tren que la condujo de San Petersburgo a Moscú, Cary Grant no salvaría a Ingrid Bergman de un triste envenenamiento y Woody Allen finalmente se habría ido a vivir a Los Ángeles.

Tampoco el fuego permitiría que Laetetia Sadier hubiese cantado alguna vez a los soviets, Devendra Banhart a la luna y Daedelus no homenajearía a Icarus. Chris desde la K-Oso no daría voz a todas nuestras semiocultas y tristes melancolías rodeadas de ensoñados paisajes invernales (¡Cuántas auroras boreales hubiesen quedado desterradas!).

Si mi biblioteca ardiera esta noche rendiría homenaje a un viejo amigo que me enseñó lo que significa una biblioteca propia, de uno. Aquí un verso de Luis Rosales que un día me escribió: “Y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas, y te has sentido solo, humanamente solo porque todo es igual y tú lo sabes”.

Por último si mi biblioteca ardiera esta noche (todo y nada se llevaría, porque la ficción como el recuerdo, no habita ni se guarda en estanterías) recogería sus cenizas y las guardaría como testigo de aquello que alguna vez conocí, sentí y leí.

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Murmullos en Roma http://www.comencemosporelfinal.com/2008/02/murmullos/ http://www.comencemosporelfinal.com/2008/02/murmullos/#respond Sat, 02 Feb 2008 00:00:00 +0000 Una obra de arte expresa, evoca, enseña, documenta, pero no habla. O al menos eso pensaba yo hasta que llegué a Roma, y empecé a sentir el continuo murmullo algo nervioso de sus monumentos.

Era como si fuentes, esculturas, cúpulas, plazas no supieran que ha llegado el año 2008, como si nadie les hubiera explicado cuál era su finalidad en este nuevo siglo. Cansadas de no perecer y aparecer en todas las fotos de mundo…

Las entendía, y cómo no. La inmortalidad cansa, y no tiene sentido cuando no puedes disfrutar en una plaza de la contemplación de una escultura, que ha sido creado para ello: ¿para qué degradar su origen?

Me viene a la mente el protagonista de À Rebours el duque De Esseintes (abandonado a los placeres de su castillo) quien un día decide partir y visitar Londres pero a última hora prefiere perder el barco y permanecer en la taberna donde se hallaba, por temor a no encontrar aquello sobre lo que ha leído. Así que coge sus guías, sus libros de arte y, acompañado de un exquisito Jerez, camina sentado por la city

¿Y si la verdadera contemplación ya no es la verdadera? Es decir, y si el recuerdo pesa más que la visión directa. Es decir, y si reconociera que puede desaparecer Roma pero no la Dolce Vita.

Quizá viajemos para disfrutar más de nuestras películas favoritas

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Continuar y recordar http://www.comencemosporelfinal.com/2007/05/continuar-y-recordar/ http://www.comencemosporelfinal.com/2007/05/continuar-y-recordar/#comments Tue, 01 May 2007 00:00:00 +0000 «Eso es lo mejor que nos ha ocurrido en toda la vida -dijo Frederic.
Sí, tal vez. Es lo mejor que hemos tenido nunca -dijo Deslauries»
(La educación sentimental, Flaubert)

Muchos finales dan pie a comienzos, pero la mayoria se terminan una vez has cerrado ese libro que te tenía subyugado, o apagado la caja de luces. Amontonadas en la memoria, reparecen esas historias en una conversación, «ese libro lo leí, pero hace mucho tiempo…» Con frecuencia no recordarmos haber visto una película, y pasamos el rato intentado adelantarnos a alguna de las escenas para comprobar efectivamente si la vimos, o no.

Suelo acabarme los libros por la noche, entonces experimento una especie de vacio y temblor, de coherencia y desasosiego. Da igual la temática del libro, el final siempre es el mismo.

Continuar y recordar. De eso se trata cuando acabas con un libro importante. Los mejores finales son los que te impulsan con más energia a buscar otros nuevos, donde perderte y encontrarlos.

Yo tuve un amigo que me invitaba a entrar en las películas; nos cogíamos de la mano y nos lanzábamos directamente contra el celoluide: Bacall, Bogart, él y yo.

Algún día contaré como termina la película. El final es triste pero así suelen ser los mejores.

 

 

 

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Lo terrorífico. http://www.comencemosporelfinal.com/2006/09/lo-terrorifco-a/ http://www.comencemosporelfinal.com/2006/09/lo-terrorifco-a/#comments Mon, 25 Sep 2006 00:00:00 +0000 Experimentar el abismo, contemplar un precipicio, sentir terror, soledad, desamparo… son sentimentos que ha sabido reflejar y descubrir el arte. Para los que no vivimos al borde de la locura, detenernos a reflexionar, momentaneamente, sobre estos sentimentos puede ayudar a conocernos mejor.

Este verano ví una película demoledora: «Secretos de un matrimonio» de Ingmar Bergman. Son varias las escenas que muestran con gran crudeza, a través de una puesta en escena sencilla y sobria, los pensamientos y acciones que giran alrededor del amor; pensamientos que ocultamos a los que nos rodean, y a nosotros mismos, pero que están ahí latentes.

Daré un gran salto, aunque la película no lo merece, hasta la escena final: el matrimonio (divorciado ya hace años) se encuentran, en secreto, en su antigua casa campo. La velada transcurre hablando de su actual vida sentimental, y de los descubrimientos que han hecho sobre ellos mismos. En mitad de la noche, Marianne, se despierta por una pesadilla. Abrazada a Johan, su ex marido, le habla del miedo a morir sin haber experimentado el verdadero amor. Su rostro, que aún contempla la pesadilla, se va relajando cuando comprende que el amor imperfecto es la única forma de amor que conocerá.

Pero lo terrorífico no tiene que ver con este final semifeliz, si no con lo que podría haber sido de haber seguido juntos. En una escena anterior, una mujer de unos sesenta años quiere poner fin a un matrimonio apacible. Admite no querer a sus hijos, ni a su marido. Sabe que la única forma de salvarse es a través del divorcido: se asfixia hasta tal punto de no sentir nada, ni el tacto de una mesa.

Ante la imposibildad de concer el amor verdadero, el mayor consuelo es conocerse a sí mismo.

 

 

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