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Tiempo – Comencemos por el final http://www.comencemosporelfinal.com Todo es movimiento irregular y contínuo, sin dirección y sin objeto (Montaigne) Mon, 10 Jan 2022 17:43:46 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 Calisto y Diana http://www.comencemosporelfinal.com/2018/08/calisto-y-diana/ http://www.comencemosporelfinal.com/2018/08/calisto-y-diana/#respond Fri, 10 Aug 2018 12:40:49 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1216             Hace dos semanas cogía un tren para visitar el Museo del Prado, en un intento de búsqueda de ficción, de nostalgia de otras vidas, de otros siglos, de otros colores, y, también de abandono, por unas horas, del hogar.

Una no es consciente de hasta qué punto los niños pequeños llegan a saturar el oído y el sentido de la vista, tacto, olfato e incluso gusto. Yo lo fui cuando una vez sentada en el tren, mi oído se detuvo (ojo): “en el ruido que producía el papel del periódico cuando lo doblaba y deslizaba entre mis dedos, hacia arriba, o hacia abajo, según avanzaba en la lectura”. He de confesar, que repetí un par de veces el movimiento para encontrar justo ese sonido seco y brillante que tanto me deleitaba, que retumbaba, que casi me conmovía. Una vez sorprendida y alertada, me hundí plenamente en la lectura. No fue hasta la hora de la comida, ya en Madrid, cuando volví a sentirme nuevamente una extraterrestre que disfrutaba de la compañía de otros, que como yo, estaban sentados en la mesa. Qué paz. Los niños tienen ese súper poder: te arrancan de cuajo del mundo anodino y gris que nos rodea, e infravaloramos, para meterte en otro más blandito, de tonos pasteles, mucho más cursi, mucho más bonito, infinitamente, pero que también exige de todos nuestro sentidos hasta la extenuación.  

El Museo del Prado tiene un lienzo de Rubens titulado Calisto y Diana (1635) que habla de esas renuncias diarias y cotidianas que son inherentes a la maternidad. Pedro Pablo, pinta el momento en que la Diosa Diana descubre que Calisto está embarazada. Ésta, asustada, mira hacia abajo avergonzada. Diana, más que decepcionada o furiosa, parece temer por el futuro que aventura a su ninfa. Se aprecia en la leve sombra que cubre sus ojos; en la mirada perdida y opaca que nos transmite un triste presagio que pronto sucederá.

En este tiempo de exilio voluntario, de refugio, en el que estoy, lo que más hecho en falta son horas de lectura y de cine. La ficción rige buena parte de mi vida, por eso también necesitaba ir al Prado: para constatar, casi cual notario, que hay todo un edificio, un personal, un sistema administrativo, incluso una legislación, que sustenta ficciones históricas, plásticas, que preserva pátinas, unas pátinas  que intuimos más que logramos ver. Es decir, necesitaba validar mi fe. Que ésta estaba más que justificada: es la gran paradoja del mundo de los niños, te llenan los bolsillos de plomo.

Una vez dentro del Museo del Prado, ya no fui consciente de nada más, solo de las pinturas que tenía delante, de las notas que iba tomando en mi cuaderno. Vagué y me sentí afortunada de poder hacerlo sola, cargada de paciencia para detenerme el tiempo necesario que requiriese un cuadro, intentando escudriñar como lo hace el ojo de Julián. Y obraron varios milagros. Uno, un cuadro de Tiziano sobre el discurso de un marqués a sus tropas. Este gran lienzo me abrió literalmente la boca: en primer termino, tenemos al marqués, un joven lozano, de abundantes cabellos negros, provisto de una bonita armadura, y en segundo termino, a una masa desdibujada de soldados, que aunque no logramos ver bien del todo, intuimos cansados, encanecidos, a su suerte. Ese contraste de destinos tan magistralmente expuesto, fue un golpe tremendo; la diferencia de perspectiva vitales, de puntos de vista históricos, me derrumbó. El otro fue un cuadro Lucas Cranach el Viejo, sobre una Cacería Real llena también de contrastes y detalles: el cielo y la tierra, la naturaleza salvaje y pacífica, plebeyos y reyes juntos, criaturas de todos los reinos animal, vegetal y mineral, mezclados. Un magma vital al que estamos todos destinados.

Yo iba buscando a Antonello de Messina, a su Cristo sostenido por un ángel (1475) porque hace un par de años viendo una reprografía en la pantalla del ordenador, me pareció el cuadro más triste del mundo. Quería saber qué elementos pictóricos me resultaron tan tristes, y el color pajizo, como de hueso, fue sin duda uno de ellos. Los ojos negros sin iris de los ángeles, otro. Pero sobre todo fue cuando caí en la cuenta de que ese ángel era un niño que se quedaba en el mundo sin un adulto, sin su padre. 

Al lado había dos obras de Corregio:  Noli me tangare (1525) y la Virgen, el Niño y San Juan (1515), ambos con unos azules oscuros preciosos. De la Virgen y el Niño y San Juan, me gustó especialmente (en las reproducciones no se aprecia bien)  el tratamiento de las sombras, como estaba pintada la humedad de las rocas. Se produce además una relación inversa curiosa: el fondo es nítido (está claramente iluminado por el so) y las rocas, la tierra, que encontramos en primer termino, están desdibujado por la falta de luz.

Al final del día, tras la Alocución del marqués del Vasto a sus soldados (1541) , me topé con Diana y Calisto (no recordaba que estuvieran allí) las miré de refilón, y rememoré la historia de la metamorfosis de Calisto, la cual conocí gracias a un amigo cineasta que me contaba que Calisto acababa convertida en oso, mientras yo le intentaba trasladar cómo me sentía tras mi primera maternidad. Una vez en casa esa misma noche leí sobre ellas:

Juno movida por los celos, convierte a Calisto en un oso. Un día en el bosque cuando Diana sale a cazar, la asesta con sus flechas ignorando de quién se trata (de ahí, esa sombra en la mirada que apuntábamos antes). Sacrifica a su ninfa favorita, y ésta a su vez, es sacrificada por el hijo que lleva dentro. Zeus se apiada de su destino y la sube al mismísimo firmamento, convirtiéndola en toda una constelación.

Sacrificios y renuncias inherente a la maternidad, pero también sus victorias.

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SI SÓLO VIVIERAN LOS VIVOS… http://www.comencemosporelfinal.com/2014/08/si-solo-vivieran-los-vivos/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/08/si-solo-vivieran-los-vivos/#respond Wed, 27 Aug 2014 17:01:28 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1085 «Si sólo vivieran los vivos, la tierra sería inhabitable» (Gabriel Marcel),

recordaba Javier Marías, en un artículo dominical, habérsela oído o leído, a su padre. Hoy recojo la cita para recordar al mío con esta foto que tomó mi madre, entre risas y emoción, un mediodía de agosto de hará ahora 33 años.

En ella se me ve con apenas un par de meses durmiendo a su vera; imitando su postura, adaptándome a él, en el más plácido de los sueños. Alentó mi principal afición, la lectura, aunque jamás cogió, ni me regaló ningún libro; eso vino después, cuando ya no estaba, cuando era un muerto. Fue entonces cuando empecé a encontrar consuelo en los clásicos, en aquello que perduraba, y llevaba al fin y al cabo, más años de sepultura que él. «Esta película tiene 40 años,» me decía a mí misma, asombrada por tal milagro. Infantil o no, calculaba que a partir de mis 30 años habría vivido la mitad de mi vida sin su influjo, y eso me producía un vértigo tremendo, por lo que yo continuaba refugiándome en las películas y en los libros antiguos porque mi ventana a un mundo de fábulas y vaticinios familiares, había sido cerrada de golpe.

Mientras seguía leyendo el artículo de Marías, me iba imaginando cómo sería mi vida si apartasen de ella a mi amigo Miguel, o Tolstoi. Comprendí perfectamente la consternación de Marías, al comprobar como filósofos, escritores, cineastas, artistas de antes de ayer, dejan de tener vigencia en el sistema educativo de hoy. La vida de los vivos sin los muertos sería insoportable, y esta es la paradoja más hermosa con la que me he topado últimamente.

Si solo vivieran los vivos...
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LA ÉPOCA DE LAS CATEDRALES http://www.comencemosporelfinal.com/2014/04/la-epoca-de-las-catedrales/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/04/la-epoca-de-las-catedrales/#respond Wed, 30 Apr 2014 18:10:43 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1066 Una cree que elige lo que estudia, pero qué va, son los estudios quienes te eligen a ti: ahí arriba o abajo, según se mire, hay alguien apuntándonos con una flecha que no suele fallar; «esa necesita orden y exactitud, aquella matemáticas, a este de aquí le sobra paciencia…»

A mí me llegó una de esas flechas de dirección desconocida a los diez, once años. Iba yo caminando con mi padre por Málaga ciudad, cuando tropezamos con una exhibición de maquetas de catedrales andaluzas delante de la acera de El Corte Inglés. A medida que íbamos recorriendo la exposición, más asombrada iba quedando yo de todos esos magníficos edificios: tan grandes, tan bonitos, tan antiguos. Pero pese a la fuerte impresión recibida, en ningún momento se me pasó por la cabeza soñar con adquirir las destrezas necesarias para construir esas bonitas maquetas o esos singulares edificios. Mientras los contemplaba, no pensé en ningún momento en los modos, medios y técnicas de construcción como hubiera sido natural, sino que me dejé deleitar por el edificio en sí, en su conjunto: comparándolos entre ellos, seleccionándolos, contando sus torres y portones, mirando su decoración. Como mi padre iba además traduciéndome en años los siglos de antigüedad, de forma vaga e intuitiva traté de imaginar su ubicación en la historia.

– Cuatrocientos años ese de ahí- ¿Cómo era posible que esos edificios (que yo tenía además que imaginarme a una escala inaudita) tuvieran tantos años? ¿Cómo es que eran entre ellos tan distintos? ¿Por qué unos eran mas bonitos que otros? ¿Por qué entonces se construían y ahora no?

Pasarían aún unos cuantos años más hasta que fui a visitar la catedral de Málaga, no muy lejos de donde caminábamos nosotros aquel día de fiesta. Pero mi padre siempre hacía las cosas por un motivo. Allí me llevo por primera vez, el que es ahora mi marido, y un año después además me estaría matriculando en Historia del Arte. Es una bonita casualidad, ¿verdad?

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PELÍCULAS ANTIGUAS http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/#respond Tue, 18 Mar 2014 09:15:14 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1026  

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

El sábado pasado volví a ver Anatomía de un asesinato. La primera vez que la vi, hará como unos 10 años, me fui a la cama bastante decepcionada porque me parecía a mí que el film no terminaba bien (comencemos por el final siempre): el culpable se libraba, la esposa volvía a las andadas y una de las frases finales «el irresistible deseo» parecía parodiar el disoluto final. No esperaba un happy ending, pero sí algún tipo de lección, de conclusión, al fin y al cabo, se trataba de una película judicial.

Pero me equivocaba entonces porque el sábado cuando la miraba de nuevo percibía otra película. Poco a poco, todas las ambigüedades que antaño me habían pasado desapercibidas se hacían más palpables, como las aristas de cada uno de los personajes implicados (con sus pocas luces y muchas sombras) o, la sutileza de cada plano, llenos de significado pero sin la necesidad apremiante de subrayarte “atención aquí una pista”.

Una de las genialidades de la obra es la ausencia casi completa del jurado, al que vemos sólo de refilón porque Otto Preminger, el director, quiere que te sientes en una de sus sillas y juzgues tú con la información que te están dando testigos, víctima y acusado porque además, tampoco hay ningún flashback, otro hito, que te muestre lo que de verdad pasó esa noche, si es que hay una sola verdad que mostrar.

Cuando la terminé de mirar me quedé un rato pensando en el tiempo que había transcurrido desde entonces, intentando visualizarme con 22 años. Estuve un rato preguntándome: ¿qué había cambiado de verdad para pasar de pensar que unos granujas se libraban, a que unos pobres desgraciados se salvaban?. Quizá no sea tanta la diferencia. No llegué a ninguna conclusión satisfactoria. Pensé de soslayo en el arte, en las diferentes capas de interpretaciones que vamos superponiendo a obras que se ejecutaron hace 500 o 10 años, sin que ellas abran la boca.

Pocas veces tenemos la oportunidad de mirarnos ante un espejo que vaya más allá de nuestra apariencia; por fortuna, aquella madrugada miré esta película que, hoy de manera imperturbable, me muestra las cualidades adquiridas, esas que el tiempo ha ido poco a poco dejando en el lado anverso de mi piel. Si esa no es la función del arte, creo que nunca me licencié.

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Mirar pintura http://www.comencemosporelfinal.com/2010/03/mirarpintura/ http://www.comencemosporelfinal.com/2010/03/mirarpintura/#respond Mon, 29 Mar 2010 17:22:38 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=241 Aunque a veces he estado tentada de comprarme uno de esos libros de arte que llevan por título cómo mirar (interpretar, saborear o deliciosear) un cuadro, nunca lo hecho. Y puede resultar paradójico porque, por un lado, siempre me ha parecido que en tan pocas y bonitas páginas no se puede explicar algo tan complejo, y por otro lado, tenía miedo de enfrentarme a la verdad: no saber interpretar un cuadro y, lo que es peor, una vez descubierto que así es, no tener ganas de cambiar el vicio de mirar cómo siempre he mirado, aunque eso suponga dejarme lo importante y primordial.

Pero es que a veces estoy enfrente de un cuadro y no veo ni colores, ni formas, ni tema: sólo tiempo, es decir, el pesar de los siglos que se agolpan a mis espaldas produciéndome la sensación de que me encuentro al filo de la historia, caminado por su vértices, sus límites, contemplando desde la cima los claroscuros de las épocas que me anteceden y me precederán. A un lado, quedan las escenas mitológicas, de batallas, de caza, los cielos velazqueños o incluso el lapislázuli de van der Weyden… Yo sólo veo tiempo, recogido, enmarcado y laureado.

En lugar de perspectiva, técnica y composición,  sólo veo un tiempo histórico, íntimo e imaginario. Ese tiempo histórico (tan común, por otro lado, en los viejos monumentos o ciudades -tengo seres queridos que vivirán permanentemente en las ciudades que visité antes de que perecieran-) empuja al presente quedando éste relegado a lo esencial de la noción del tiempo: la hora de cierre del museo.

Mirando las pinturas no sólo revivo el fantasma del pintor, sino también a los míos que se acoplan de forma tan natural a mi andar que apenas me percato de su presencia hasta que abandono el lugar, y a ellos.

Es por eso que no leo cómo leer pintura por temor a perder a esos viejos fantasmas que permanecerán y des-permanecerán eternamente, como el azul oscuro que ahora contemplo.

Para Jesús

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