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Comencemos por el final http://www.comencemosporelfinal.com Todo es movimiento irregular y contínuo, sin dirección y sin objeto (Montaigne) Mon, 10 Jan 2022 17:46:35 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 Metamorfosearse mientras llegas a los 40 http://www.comencemosporelfinal.com/2021/08/metamorfosearse-mientras-llegas-a-los-40/ http://www.comencemosporelfinal.com/2021/08/metamorfosearse-mientras-llegas-a-los-40/#respond Fri, 20 Aug 2021 14:39:50 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1427 Amsterdam

Cuando vi esta fotografía me gustó la sincronía del movimiento exterior: la brisa, el ligero escorzo de hombros y pecho, el sutil giro de cintura, con el del movimiento interior latente que proyecta la transformación de un rostro joven hacia otro adulto; mirada baja, cabellos caídos, rostro en sombras. La arboleda de fondo, con todo el peso simbólico que tiene la naturaleza, me trajo a la memoria la escultura de Apolo y Dafne de Bernini, cuando ésta empieza a transformarse en laurel y de sus manos brotan hojas, y de sus pies raíces. Así me veo, me vi yo hace justo dos años, en plena e imperceptible transformación, no tan fulminante como la Dafne, pero echando raíces. 

Antes de ser madre, a los treinta y tres, recuerdo preguntándome cuándo envejecería, tenía treinta y dos y me veía igual que a los veinte.  Fue una tarde en la biblioteca, cuando al año de dar a luz me hice un selfi y no me reconocía; había algo nuevo en mi rostro, sobre todo en mis ojos: más ojeras, grasa, párpados. No la publiqué. Después ese efecto se pasó, y mi cara volvió de nuevo a ser casi como la de antes. Casi como la de antes porque estos avisos no son ilusorios, de leve sombra pasan al rasgo. 

Mientras ocurren, está esta foto. Estás tú. En plena transformación, con días con el rostro que luce una piel jugosa y nutrida, ¿quién diría 40? y otros, totalmente ajado. Es como si éste viajase del pasado al futuro intentando figurarse qué apariencia tendrá mañana. Como la industria de la cosmética sabe a ciencia exacta que esto pasa,  interviene prometiéndote esa piel que a veces, cada vez menos, te encuentras en el espejo. Y te aferras.

En el museo Van Gogh de Amsterdam, hay un cuadro precioso del artista que muestra las ramas de un almendro en flor. El lienzo, pese a la aparente quietud del tema (ver florecer uno) está continuamente transformándose delante de nuestra mirada, moviéndose de aquí allá, mediante toques en negro, hojas giradas, ramas nervadas. No has terminado de ver una flor nacer, cuando notas que otra hoja está a punto de brotar, en otra parte del cuadro, como por acto de magia; como ocurre con los recién nacidos, que a cada hora sus movimientos primorosos se van transformando: miras y miras, intentando detener un instante que te permita comprender tal amor, pero es imposible. Para captar de un golpe todo el movimiento que emana del cuadro, pruebas a alejarte unos pasos, pero inesperadamente se detiene. Van Gogh ha pintado las ramas de un almendro, un fragmento, no todo el árbol, como si ya supiera lo inalcanzable de tal empresa y te muestra un detalle, un fragmento de lo que tienes en este preciso momento: un trozo de cielo.

Imagino que Rembrandt, a través de sus múltiples autorretratos, intentó captar ese movimiento brusco y suave hacia la edad adulta, la madurez. Esas pinceladas, que creo recordarle, borrosas, pastosas, pero también en ocasiones precisas como el dibujo que proyecta un punta fina. Fondo y ropajes rojizos, ensombrecidos, parduzcos, negros, con algun destelló de luz, que como las estrellas del cielo aún sigue iluminando un tiempo que ya no es el suyo. Está claro que la escultura de Bernini contiene la fuerza, la pasión, el movimiento abrupto de la adolescencia. Estoy en otro lugar, investigaré.

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La Odisea http://www.comencemosporelfinal.com/2021/06/la-odisea/ http://www.comencemosporelfinal.com/2021/06/la-odisea/#respond Sun, 27 Jun 2021 12:43:46 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1405 El pasado verano leí la Odisea, y la disfruté tanto, que hace poco volví a la misma librería donde la compré con la intención de hacerme con su precedente -la Ilíada-. Quería que esta Ilíada saliera del mismo lugar que la Odisea como si eso, mágicamente, pudiera garantizar la experiencia literaria ya vivida.

La Odisea es poética hasta decir basta, repleta de frases arrebatadoras, evocadoras: “el sol desamparaba el hermosísimo lago”, “la de níveos brazos y largas trenzas”. Recurrentes son las expresiones: “aladas palabras”, “anchuroso cielo”, “el que amontona nubes”…

Como decía, la vivencia literaria fue diferente a todo lo que he experimentado con otras lecturas porque jamás proyecté a los personajes en carne y hueso (semejante sacrilegio tratándose de héroes) sino como esculturitas de mármol blanco. Tampoco perdí la noción del tiempo entre sus páginas, como si en vez de estar leyendo sobre papel, lo hiciera directamente sobre piedra, menos ágil y absorbente que aquel, pero también más fehaciente. Me resultó chocante que frases tan trilladas como: “se me parte el corazón a causa del prudente y desgraciado Odiseo” que le dice a Atenea a Zeus, fuesen experimentadas con la emoción de las primeras veces, que tuvieran el poder de borrar los rastros precedentes.

Uno de los pasajes más emocionantes del libro me pilló en un camping cerca de Marbella. Mi familia estaba durmiendo, y yo aproveche la ocasión para sentarme tranquilamente a leer en el porche de la cabaña, con una copa de vino blanco. No sabía que iba a leer uno de los pasajes más emocionantes de la historia de literatura, el de cuando Odiseo desciende al Hades en busca de Tiresias. En la semioscuridad de la noche, y acompañada del sonido de los grillos y del rumor de oleaje y carretera, me dispuse a seguir el rastro de Odiseo descendiendo desde el Océano hasta el mismísimo inframundo. Nada más llegar, Odiseo se encuentra con su madre, intenta abrazarla pero no puede entonces ella le dice con dolor; «cuando fallecen los mortales, los nervios y las osamenta se separan y el alma se va volando como un sueño”. Más adelante se encuentra con Agamenón, éste le narra su triste muerte y ambos héroes derramaban «copiosas y ardientes lágrimas”.

Paralelamente mi imaginación empezó a invocar a los fantasmas que poblaban mi propio Hades, como le estaba ocurriendo a Odiseo, yo también empecé a tropezar con familiares y amigos que se habían ido demasiado pronto. Recuerdo que una brisa marítima espontánea, sin origen, soplaba con terquedad entre las páginas del libro, interrumpiendo la lectura y haciéndola sagrada: vi a mi padre, triste pero feliz por tenerme allí después de tanto tiempo. A Miguel buscando fuego. A Jesús observando sin emitir juicio.

Una vez concluido el capítulo, abandonado definitivamente el Hades, la caprichosa brisa desapareció como por acto de magia, descendiendo de nuevo al fondo helado del Océano.

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Calisto y Diana http://www.comencemosporelfinal.com/2018/08/calisto-y-diana/ http://www.comencemosporelfinal.com/2018/08/calisto-y-diana/#respond Fri, 10 Aug 2018 12:40:49 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1216             Hace dos semanas cogía un tren para visitar el Museo del Prado, en un intento de búsqueda de ficción, de nostalgia de otras vidas, de otros siglos, de otros colores, y, también de abandono, por unas horas, del hogar.

Una no es consciente de hasta qué punto los niños pequeños llegan a saturar el oído y el sentido de la vista, tacto, olfato e incluso gusto. Yo lo fui cuando una vez sentada en el tren, mi oído se detuvo (ojo): “en el ruido que producía el papel del periódico cuando lo doblaba y deslizaba entre mis dedos, hacia arriba, o hacia abajo, según avanzaba en la lectura”. He de confesar, que repetí un par de veces el movimiento para encontrar justo ese sonido seco y brillante que tanto me deleitaba, que retumbaba, que casi me conmovía. Una vez sorprendida y alertada, me hundí plenamente en la lectura. No fue hasta la hora de la comida, ya en Madrid, cuando volví a sentirme nuevamente una extraterrestre que disfrutaba de la compañía de otros, que como yo, estaban sentados en la mesa. Qué paz. Los niños tienen ese súper poder: te arrancan de cuajo del mundo anodino y gris que nos rodea, e infravaloramos, para meterte en otro más blandito, de tonos pasteles, mucho más cursi, mucho más bonito, infinitamente, pero que también exige de todos nuestro sentidos hasta la extenuación.  

El Museo del Prado tiene un lienzo de Rubens titulado Calisto y Diana (1635) que habla de esas renuncias diarias y cotidianas que son inherentes a la maternidad. Pedro Pablo, pinta el momento en que la Diosa Diana descubre que Calisto está embarazada. Ésta, asustada, mira hacia abajo avergonzada. Diana, más que decepcionada o furiosa, parece temer por el futuro que aventura a su ninfa. Se aprecia en la leve sombra que cubre sus ojos; en la mirada perdida y opaca que nos transmite un triste presagio que pronto sucederá.

En este tiempo de exilio voluntario, de refugio, en el que estoy, lo que más hecho en falta son horas de lectura y de cine. La ficción rige buena parte de mi vida, por eso también necesitaba ir al Prado: para constatar, casi cual notario, que hay todo un edificio, un personal, un sistema administrativo, incluso una legislación, que sustenta ficciones históricas, plásticas, que preserva pátinas, unas pátinas  que intuimos más que logramos ver. Es decir, necesitaba validar mi fe. Que ésta estaba más que justificada: es la gran paradoja del mundo de los niños, te llenan los bolsillos de plomo.

Una vez dentro del Museo del Prado, ya no fui consciente de nada más, solo de las pinturas que tenía delante, de las notas que iba tomando en mi cuaderno. Vagué y me sentí afortunada de poder hacerlo sola, cargada de paciencia para detenerme el tiempo necesario que requiriese un cuadro, intentando escudriñar como lo hace el ojo de Julián. Y obraron varios milagros. Uno, un cuadro de Tiziano sobre el discurso de un marqués a sus tropas. Este gran lienzo me abrió literalmente la boca: en primer termino, tenemos al marqués, un joven lozano, de abundantes cabellos negros, provisto de una bonita armadura, y en segundo termino, a una masa desdibujada de soldados, que aunque no logramos ver bien del todo, intuimos cansados, encanecidos, a su suerte. Ese contraste de destinos tan magistralmente expuesto, fue un golpe tremendo; la diferencia de perspectiva vitales, de puntos de vista históricos, me derrumbó. El otro fue un cuadro Lucas Cranach el Viejo, sobre una Cacería Real llena también de contrastes y detalles: el cielo y la tierra, la naturaleza salvaje y pacífica, plebeyos y reyes juntos, criaturas de todos los reinos animal, vegetal y mineral, mezclados. Un magma vital al que estamos todos destinados.

Yo iba buscando a Antonello de Messina, a su Cristo sostenido por un ángel (1475) porque hace un par de años viendo una reprografía en la pantalla del ordenador, me pareció el cuadro más triste del mundo. Quería saber qué elementos pictóricos me resultaron tan tristes, y el color pajizo, como de hueso, fue sin duda uno de ellos. Los ojos negros sin iris de los ángeles, otro. Pero sobre todo fue cuando caí en la cuenta de que ese ángel era un niño que se quedaba en el mundo sin un adulto, sin su padre. 

Al lado había dos obras de Corregio:  Noli me tangare (1525) y la Virgen, el Niño y San Juan (1515), ambos con unos azules oscuros preciosos. De la Virgen y el Niño y San Juan, me gustó especialmente (en las reproducciones no se aprecia bien)  el tratamiento de las sombras, como estaba pintada la humedad de las rocas. Se produce además una relación inversa curiosa: el fondo es nítido (está claramente iluminado por el so) y las rocas, la tierra, que encontramos en primer termino, están desdibujado por la falta de luz.

Al final del día, tras la Alocución del marqués del Vasto a sus soldados (1541) , me topé con Diana y Calisto (no recordaba que estuvieran allí) las miré de refilón, y rememoré la historia de la metamorfosis de Calisto, la cual conocí gracias a un amigo cineasta que me contaba que Calisto acababa convertida en oso, mientras yo le intentaba trasladar cómo me sentía tras mi primera maternidad. Una vez en casa esa misma noche leí sobre ellas:

Juno movida por los celos, convierte a Calisto en un oso. Un día en el bosque cuando Diana sale a cazar, la asesta con sus flechas ignorando de quién se trata (de ahí, esa sombra en la mirada que apuntábamos antes). Sacrifica a su ninfa favorita, y ésta a su vez, es sacrificada por el hijo que lleva dentro. Zeus se apiada de su destino y la sube al mismísimo firmamento, convirtiéndola en toda una constelación.

Sacrificios y renuncias inherente a la maternidad, pero también sus victorias.

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POEMAS http://www.comencemosporelfinal.com/2017/07/poemas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2017/07/poemas/#comments Wed, 19 Jul 2017 14:53:10 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1188 Pensaba a raíz de la desaparición de una poeta, que una de las cosas más bonitas que le puedes dejar al mundo cuando falleces son tus poemas. Porque como al árbol cuando se le caen las hojas, o muda de piel, un poema necesariamente expresa lo vivido, lo sentido, por pura inercia circunstancial, siempre de manera honesta: esa hoja arrastrada por el viento, esa voz quebrada en mitad de la oscuridad; sucederá cada invierno, cada noche.

Con las novelas es algo distinto porque casi siempre necesitas que todo un aparato compuesto de personajes, diálogos y lugares, cojan el petate y se vayan contigo de excursión;  entre toda esa densidad selvática, se abrirán claros que facilitará el perfecto encuentro de la autora con sus lectores. El tiempo de la novela es futurible, aunque estén escritas hace siglos, o precisamente, porque están escritas hace siglos. Un poema, sin embargo, sucede. Es una suerte de presente histórico donde los poetas reviven continuamente, subrayándose en cada verso, en cada palabra, en los silencios, justo donde cogemos aliento. Ahí, entendí siempre aparece la inmortalidad de los escritores, cuando revives a la persona en sí, no a sus ficciones; esas poetas desaparecidas que encuentran hueco, eco, en tu aliento, tal espíritus perfectamente invocados.

La poesía siempre es verdad y cuando es verdadera sus consecuencias sobrepasan el papel. Por eso es tan bonito dejar poemas y recogerlos de cualquier sitio, vengan de donde vengan.

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NOVELAS RUSAS http://www.comencemosporelfinal.com/2016/08/novelas-rusas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2016/08/novelas-rusas/#respond Wed, 17 Aug 2016 11:17:22 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1127

En verano me gusta leer a los rusos.

Intento no saltarme esta buena costumbre que tanta satisfacciones me reporta. Nadie como con ellos para perderse en la descripciones del paisaje y dotar al cielo estrellado de aspiraciones, a la humedad de los muros de aburrimiento, al ruido del samovar de recogimiento. Pero sobre todo es que aprendo mucho, mucho, de sus grandes dramas personales y de su búsqueda constante de felicidad.

Empecé con Anna Karenina el verano que acababa mis primeros estudios universitarios.  Recuerdo coger el  primer volumen por leer algo ese día, y al poco, la historia me atrapó hasta tal punto que no me importaba invertir cada día dos horas y pico en la ida y en la vuelta de mi trabajo veraniego mientras yo tuviera mi libro mágico.  No fue la aventura de Anna y el Conde la que seguí con más atención, sino la de Kitty y Lyvoin; Jesús y yo cumplimos 17 años en agosto y no puedo evitar ver la barba de Tolstoi metida en el asunto.

Después de algunos veranos vino Guerra y paz, experiencia literaria que no cambio por ningún viaje que haya realizado jamás. Tanto me marcó su lectura, que sufrí una especie de Síndrome de Stendhal tras acabarlo que duró unos dos años y medio. Nada que fuese profundo, sesudo o irracional podía leer o mirar; solo yéndome de paseo con Jane Austen, conseguí apaciguar la ansiedad y desasosiego de la veracidad de sus páginas. Póngase en mi lugar, estuve en la Batalla de Borodinó: ¿quién sale incólume de eso?

Viviendo en Amsterdam, ya no tenía tanta gracia perderse en paisajes helados, pero las visitas a Málaga me permitieron leer a Dostoyevski, (Noches Blancas y otros cuentos), y a Boris Pasternak y su Doctor Zhivago, que creo es el libro más triste y bonito que he leído en mi vida. Todavía cuando pienso en su final (comencemosporelfinalsiempre) y hoy más que nunca, en su principio, no puedo evitar exudar sal.

Curiosamente como áquel, con un entierro, comienza la de este verano: Días de infancia, de Máxim Gorki. En la novela se narra la terrible infancia de un niño, que no es otro que el propio escritor, huérfano de padre y casi de madre, abandonado al cuidado de sus abuelos. En la casa de éstos presencia toda clase de maltrato (animal, infantil, de género) pero: la amistad granjeada con un huérfano de la familia, el nebuloso recuerdo de las escenas felices vividas junto a sus padres, y las fábulas y cariño de su abuela, le mantienen a salvo. Todo lo demás puede ser soportado gracias al vidrio especial con el cual los críos miran la vida. Ese que les hace centrarse en lo importante (charcas, atardeceres, bichos..), y los distrae de las barbaridades que les circundan.

Literatura rusa en vena, recuerde.

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SI SÓLO VIVIERAN LOS VIVOS… http://www.comencemosporelfinal.com/2014/08/si-solo-vivieran-los-vivos/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/08/si-solo-vivieran-los-vivos/#respond Wed, 27 Aug 2014 17:01:28 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1085 «Si sólo vivieran los vivos, la tierra sería inhabitable» (Gabriel Marcel),

recordaba Javier Marías, en un artículo dominical, habérsela oído o leído, a su padre. Hoy recojo la cita para recordar al mío con esta foto que tomó mi madre, entre risas y emoción, un mediodía de agosto de hará ahora 33 años.

En ella se me ve con apenas un par de meses durmiendo a su vera; imitando su postura, adaptándome a él, en el más plácido de los sueños. Alentó mi principal afición, la lectura, aunque jamás cogió, ni me regaló ningún libro; eso vino después, cuando ya no estaba, cuando era un muerto. Fue entonces cuando empecé a encontrar consuelo en los clásicos, en aquello que perduraba, y llevaba al fin y al cabo, más años de sepultura que él. «Esta película tiene 40 años,» me decía a mí misma, asombrada por tal milagro. Infantil o no, calculaba que a partir de mis 30 años habría vivido la mitad de mi vida sin su influjo, y eso me producía un vértigo tremendo, por lo que yo continuaba refugiándome en las películas y en los libros antiguos porque mi ventana a un mundo de fábulas y vaticinios familiares, había sido cerrada de golpe.

Mientras seguía leyendo el artículo de Marías, me iba imaginando cómo sería mi vida si apartasen de ella a mi amigo Miguel, o Tolstoi. Comprendí perfectamente la consternación de Marías, al comprobar como filósofos, escritores, cineastas, artistas de antes de ayer, dejan de tener vigencia en el sistema educativo de hoy. La vida de los vivos sin los muertos sería insoportable, y esta es la paradoja más hermosa con la que me he topado últimamente.

Si solo vivieran los vivos...
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LA ÉPOCA DE LAS CATEDRALES http://www.comencemosporelfinal.com/2014/04/la-epoca-de-las-catedrales/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/04/la-epoca-de-las-catedrales/#respond Wed, 30 Apr 2014 18:10:43 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1066 Una cree que elige lo que estudia, pero qué va, son los estudios quienes te eligen a ti: ahí arriba o abajo, según se mire, hay alguien apuntándonos con una flecha que no suele fallar; «esa necesita orden y exactitud, aquella matemáticas, a este de aquí le sobra paciencia…»

A mí me llegó una de esas flechas de dirección desconocida a los diez, once años. Iba yo caminando con mi padre por Málaga ciudad, cuando tropezamos con una exhibición de maquetas de catedrales andaluzas delante de la acera de El Corte Inglés. A medida que íbamos recorriendo la exposición, más asombrada iba quedando yo de todos esos magníficos edificios: tan grandes, tan bonitos, tan antiguos. Pero pese a la fuerte impresión recibida, en ningún momento se me pasó por la cabeza soñar con adquirir las destrezas necesarias para construir esas bonitas maquetas o esos singulares edificios. Mientras los contemplaba, no pensé en ningún momento en los modos, medios y técnicas de construcción como hubiera sido natural, sino que me dejé deleitar por el edificio en sí, en su conjunto: comparándolos entre ellos, seleccionándolos, contando sus torres y portones, mirando su decoración. Como mi padre iba además traduciéndome en años los siglos de antigüedad, de forma vaga e intuitiva traté de imaginar su ubicación en la historia.

– Cuatrocientos años ese de ahí- ¿Cómo era posible que esos edificios (que yo tenía además que imaginarme a una escala inaudita) tuvieran tantos años? ¿Cómo es que eran entre ellos tan distintos? ¿Por qué unos eran mas bonitos que otros? ¿Por qué entonces se construían y ahora no?

Pasarían aún unos cuantos años más hasta que fui a visitar la catedral de Málaga, no muy lejos de donde caminábamos nosotros aquel día de fiesta. Pero mi padre siempre hacía las cosas por un motivo. Allí me llevo por primera vez, el que es ahora mi marido, y un año después además me estaría matriculando en Historia del Arte. Es una bonita casualidad, ¿verdad?

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PELÍCULAS ANTIGUAS http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2014/03/peliculas-antiguas/#respond Tue, 18 Mar 2014 09:15:14 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=1026  

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

Anatomía de un asesinato. Otto Preminger, 1959

El sábado pasado volví a ver Anatomía de un asesinato. La primera vez que la vi, hará como unos 10 años, me fui a la cama bastante decepcionada porque me parecía a mí que el film no terminaba bien (comencemos por el final siempre): el culpable se libraba, la esposa volvía a las andadas y una de las frases finales «el irresistible deseo» parecía parodiar el disoluto final. No esperaba un happy ending, pero sí algún tipo de lección, de conclusión, al fin y al cabo, se trataba de una película judicial.

Pero me equivocaba entonces porque el sábado cuando la miraba de nuevo percibía otra película. Poco a poco, todas las ambigüedades que antaño me habían pasado desapercibidas se hacían más palpables, como las aristas de cada uno de los personajes implicados (con sus pocas luces y muchas sombras) o, la sutileza de cada plano, llenos de significado pero sin la necesidad apremiante de subrayarte “atención aquí una pista”.

Una de las genialidades de la obra es la ausencia casi completa del jurado, al que vemos sólo de refilón porque Otto Preminger, el director, quiere que te sientes en una de sus sillas y juzgues tú con la información que te están dando testigos, víctima y acusado porque además, tampoco hay ningún flashback, otro hito, que te muestre lo que de verdad pasó esa noche, si es que hay una sola verdad que mostrar.

Cuando la terminé de mirar me quedé un rato pensando en el tiempo que había transcurrido desde entonces, intentando visualizarme con 22 años. Estuve un rato preguntándome: ¿qué había cambiado de verdad para pasar de pensar que unos granujas se libraban, a que unos pobres desgraciados se salvaban?. Quizá no sea tanta la diferencia. No llegué a ninguna conclusión satisfactoria. Pensé de soslayo en el arte, en las diferentes capas de interpretaciones que vamos superponiendo a obras que se ejecutaron hace 500 o 10 años, sin que ellas abran la boca.

Pocas veces tenemos la oportunidad de mirarnos ante un espejo que vaya más allá de nuestra apariencia; por fortuna, aquella madrugada miré esta película que, hoy de manera imperturbable, me muestra las cualidades adquiridas, esas que el tiempo ha ido poco a poco dejando en el lado anverso de mi piel. Si esa no es la función del arte, creo que nunca me licencié.

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DESDE MI ISLA DEL TESORO http://www.comencemosporelfinal.com/2013/09/laisladeltesoro/ http://www.comencemosporelfinal.com/2013/09/laisladeltesoro/#respond Tue, 10 Sep 2013 07:52:53 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=974 photo (7)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este verano viajé por la Rusia zarista y revolucionaria de principios del siglo pasado, cargada con un macuto lleno de bonitos versos por donde se colaban hojas de árboles, besos blancos y tierra mojada. He olido Siberia, pero nunca he estado allí; he caminado por carretas tan viejas como el mundo, transportada por doloridos trenes, pero no me moví de casa. He empezado varias vidas, y he visto culminar solo una. Así es Doctor Zhivago.

Tuve el placer de tener noticias de un ser querido del que no sabía nada desde hacía, por lo menos, dos inviernos. De ella creía conocerlo casi todo pero, la vida es una caja de sorpresas enviada por Amazon,   desde algún lugar perdido de Teruel me llegó su primera novela. Sin duda fueron las horas más deliciosas del verano. Pasé una tarde como la de antes;  a la sombra fresca de un toldo, leyendo Lady Susan y bebiendo café. Solo me separa el tiempo presente de mi querida Jane Austen.

Una vez llegué a pensar que tenía mejor gusto literario por todos aquellos libros que había abandonado que por los leído. Y estaba en lo cierto: «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» es mi tesoro veraniego procedente de tierras árticas. Novela negra en cuanto a forma y contenido, pero, a la vez, tremendamente sentimental y sensorial; como el alcoholismo o, la heroína. Ahora viajo con ella en un barco de 14 mil toneladas con destino a Groenlandia, con una tripulación que desconoce el objeto del viaje.

¿Y tú, de dónde vienes?

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LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL http://www.comencemosporelfinal.com/2013/08/la-educacion-sentimental/ http://www.comencemosporelfinal.com/2013/08/la-educacion-sentimental/#respond Sat, 03 Aug 2013 19:08:30 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=956

 

 

 

 

 

 

«Enumerar lo vivido en estos cuatro años, significa seguir el rastro de las pequeñas cosas que se hicieron grandes con el tiempo. Significa que el recuerdo dignifique lo que entonces nos pareció ajeno o trivial y hoy ocupa un lugar certero en la memoria. Así, aquí lo vivido, nunca será cercenado ni pasto de llamas: será memoria intacta y tenaz porque lentamente hemos aprendido a querer las cosas en secreto. Sólo lo que es pequeño puede crecer y hacerse grande: sillar sobre sillar, página sobre página, a golpes de cincel o trazos de buril; así hemos crecido con el tiempo como aliado que no como enemigo. Lo que hoy aquí celebramos tiene el valor y la grandeza de los momentos compartidos en las mañanas de lluvia o sol, el prestigio de los libros antiguos y el desafío de todo lo que está por venir. Digamos como Fréderic de Flaubert, es la mejor época que hemos tenido».

Por Miguel Hernandez Torralbo, discurso de graduación, promoción 2000-2004.

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