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cine – Comencemos por el final http://www.comencemosporelfinal.com Todo es movimiento irregular y contínuo, sin dirección y sin objeto (Montaigne) Mon, 10 Mar 2014 22:25:45 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 Días de cine http://www.comencemosporelfinal.com/2011/10/dias-de-cine/ http://www.comencemosporelfinal.com/2011/10/dias-de-cine/#respond Fri, 28 Oct 2011 15:18:50 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=452 Hiroshi Sugimoto Autocine en San Bernardino,1993

Hiroshi Sugimoto Autocine en San Bernardino,1993

Es en una butaca de cine donde he experimentado lo que significa perder el tiempo con toda la crudeza y existencialismos posibles.

No existe nada que me haga tomar más conciencia de todo el tiempo perdido, y del que estoy perdiendo, que cuando me encuentro mirando una mala película. Mala y pretenciosa, porque si es mala o, pretenciosa da igual. Pero a la vez, no puedo soportarlo. Empiezo a impacientarme por la hora, minutos y segundos que llevo delante de la pantalla y, de paso me da tiempo también, a arrepentirme por las tardes vacías, los paseos tontos e incluso de las visitas que hice a algún que otro centro cultural.

Puede que no sea sólo coincidencia, ya que tiene cierta lógica que sea en el cine, o en un concierto o exposición, y no en la cola del supermercado, donde tomemos conciencia y experimentemos un profundo malestar acerca de cómo invertimos nuestro tiempo, pues son, justamente, las obras de arte las que nos hacen más atractiva, interesante y sustancial la vida.

Decía Godard, en otro orden de cosas: “El día a día hace las formas, y el arte las libera”. Lo que me hace pensar que, lo que yo experimento frente a una mala película es justo lo contrario a esto. Es decir si el arte (la mala película) me subraya el día el día, es que algo va mal. (O que se trata de una película neorrealista, pero eso sí que es otra historia)

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Two Lovers http://www.comencemosporelfinal.com/2010/12/two-lovers/ http://www.comencemosporelfinal.com/2010/12/two-lovers/#comments Wed, 29 Dec 2010 13:03:00 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=324 Decía Alfred Hitchcock que si nuestros muertos volviesen, no sabríamos muy bien qué hacer con ellos…Nunca compartí esa sentencia, hasta que hace un par de meses me topé con una película (Two Lovers) que me reavivó un sentimiento que creía olvidado, y desenfocado.

Hallar y perder el objeto deseado a la vez, rozarlo y nunca más volver a hacerlo. Pero haber sido también alguna vez ese objeto de deseo, quedar rendida ante tan sincero amor para, finalmente, huir de tan profundo y oscuro sentimiento, como quien huye de un cementerio, con ese sentimiento de querer vivir porque los demás están muertos. Decía un buen amigo que el adverso del amor era la muerte, nunca quise entenderlo…

Así que probablemente, el maestro, tenga razón y no deberíamos dejar rastro alguno a los que un día se fueron porque… ¿Han pensado qué harían si volvieran aquellos por los que en algún momento hubiesen muerto?

 

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Batallas http://www.comencemosporelfinal.com/2008/07/batallas/ http://www.comencemosporelfinal.com/2008/07/batallas/#comments Wed, 16 Jul 2008 00:00:00 +0000 Volverás a casa por vacaciones y te enfrentarás a tu antigua estantería de libros, discos y películas grabadas en VHS (en mi caso) de un viejo programa de cine que echaban por televisión. Creo que si ahora escuchará la melodía de Qué grande es el cine, alguna lagrimilla asomaría. Reconozco que desde siempre lo que más me ha interesado de ese programa eran las tertulias post película (selección de planos, idiosincrasia de los personajes, cómo se rodó tal escena…), al principio porque no entendía nada, y luego porque sí.

El verano del 2000 fue determinante para mi incursión en el cine clásico: Los mejores años de nuestra vida, La dolce vita, Vivir su vida (la primera vez que vi esta película intuía que estaba ante algo rompedor que se alejaba de las anteriores películas vistas en aquel programa, pero no sabía determinar en qué, al fin y al cabo, se trataba de una película antigua, en blanco y negro y de gangsters) y supongo que alguna más por cuenta propia, tal vez, Manhattan de Woody Allen y Encadenados de Hitchcock.

Vuelve el verano con sus incontables noches estrelladas, y yo ya se lo que haré: leeré Guerra y Paz (ya me encantó Anna Karenina), miraré viejas películas, casi seguro, La ventana indiscreta (mientras escribo este post me he encontrado con el debate que no pude ver en su día cuando la emitieron), y me terminaré la tercera temporada de Doctor en Alaska. Y tal vez, sólo tal vez, me atreva nuevamente a mirar de cara a mi antigua librería repleta de libros de historia del arte, y me enfrente al renacimiento italiano (tal como ya ocurrió hace 7 años cuando me dejé esta asignatura en mis primeros exámenes de septiembre), y a algún libro de estética como Los placeres de la imaginación.

Pensamos que el verano (estación que debería cambiar de nombre para los que ya han cumplido los veinticinco pues nunca volverá a ser esa época estival de noches infinitas para estudiantes remolones), nos dará coartada suficiente para ponernos al día con nuestros antiguas aspiraciones, pero cuando te enfrentas a ellas no tienes estrategias y te rindes tan pronto se presenta alguna dificultad.

Cuando estoy desilusionada y algo abatida, me da por pensar que por qué martirizamos con semiescondidas añoranzas. Quizá no sean tales, quizás arrastremos un capricho de juventud.

Una vez me dijo mi padre mientras hacía los deberes para la escuela algo distraída: «Inma quien siembra recoge». Los renglones de mi cuaderno se transformaron en campo y las letras en semillas

httpv://www.youtube.com/watch?v=i_ZTEHhMPlA

 

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Paréntesis http://www.comencemosporelfinal.com/2008/03/parentesis/ http://www.comencemosporelfinal.com/2008/03/parentesis/#comments Thu, 13 Mar 2008 00:00:00 +0000 Hoy no pienso en finales, ni en comienzos, sino en intermedios y en esas pausas que duran más que el acontecimiento al que asistimos: esas que nos hacen olvidar la batalla que teníamos pensada para mañana. Quizá más que a una película, (dicen que eso es la vida hasta que llega un acontecimiento trágico que te golpea y, se acabó la representación, se acabaron los anuncios… por un tiempo), primero se nos invitó a una batalla, la propia, de ahí que no empuñáramos las armas…

Estos intermedios donde transcurre la mayor parte de la vida, han sido magníficamente tratados en el cine, y en los estribillos de algunas memorables canciones. Ahora sobre todo me viene a la cabeza el personaje principal de La Dolce Vtia (Marcello) el cual anda siempre demasiado liado en sus quehaceres cotidianos: persecución de famosos y fiestas (podría también haber sido trabajo y familia, ipod y sonar), como para concentrarse en su afán de escritor de novelas. Casi sin darse cuenta es arrastrado por continuas olas de placer vacío que lo alejan de su isla, sin poner también él, ningún un impedimento.

Qué nos arrastre la marea, así es la vida. Olvidémonos de las batallas, y también de los sueños.

 

 

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Murmullos en Roma http://www.comencemosporelfinal.com/2008/02/murmullos/ http://www.comencemosporelfinal.com/2008/02/murmullos/#respond Sat, 02 Feb 2008 00:00:00 +0000 Una obra de arte expresa, evoca, enseña, documenta, pero no habla. O al menos eso pensaba yo hasta que llegué a Roma, y empecé a sentir el continuo murmullo algo nervioso de sus monumentos.

Era como si fuentes, esculturas, cúpulas, plazas no supieran que ha llegado el año 2008, como si nadie les hubiera explicado cuál era su finalidad en este nuevo siglo. Cansadas de no perecer y aparecer en todas las fotos de mundo…

Las entendía, y cómo no. La inmortalidad cansa, y no tiene sentido cuando no puedes disfrutar en una plaza de la contemplación de una escultura, que ha sido creado para ello: ¿para qué degradar su origen?

Me viene a la mente el protagonista de À Rebours el duque De Esseintes (abandonado a los placeres de su castillo) quien un día decide partir y visitar Londres pero a última hora prefiere perder el barco y permanecer en la taberna donde se hallaba, por temor a no encontrar aquello sobre lo que ha leído. Así que coge sus guías, sus libros de arte y, acompañado de un exquisito Jerez, camina sentado por la city

¿Y si la verdadera contemplación ya no es la verdadera? Es decir, y si el recuerdo pesa más que la visión directa. Es decir, y si reconociera que puede desaparecer Roma pero no la Dolce Vita.

Quizá viajemos para disfrutar más de nuestras películas favoritas

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Lo terrorífico. http://www.comencemosporelfinal.com/2006/09/lo-terrorifco-a/ http://www.comencemosporelfinal.com/2006/09/lo-terrorifco-a/#comments Mon, 25 Sep 2006 00:00:00 +0000 Experimentar el abismo, contemplar un precipicio, sentir terror, soledad, desamparo… son sentimentos que ha sabido reflejar y descubrir el arte. Para los que no vivimos al borde de la locura, detenernos a reflexionar, momentaneamente, sobre estos sentimentos puede ayudar a conocernos mejor.

Este verano ví una película demoledora: «Secretos de un matrimonio» de Ingmar Bergman. Son varias las escenas que muestran con gran crudeza, a través de una puesta en escena sencilla y sobria, los pensamientos y acciones que giran alrededor del amor; pensamientos que ocultamos a los que nos rodean, y a nosotros mismos, pero que están ahí latentes.

Daré un gran salto, aunque la película no lo merece, hasta la escena final: el matrimonio (divorciado ya hace años) se encuentran, en secreto, en su antigua casa campo. La velada transcurre hablando de su actual vida sentimental, y de los descubrimientos que han hecho sobre ellos mismos. En mitad de la noche, Marianne, se despierta por una pesadilla. Abrazada a Johan, su ex marido, le habla del miedo a morir sin haber experimentado el verdadero amor. Su rostro, que aún contempla la pesadilla, se va relajando cuando comprende que el amor imperfecto es la única forma de amor que conocerá.

Pero lo terrorífico no tiene que ver con este final semifeliz, si no con lo que podría haber sido de haber seguido juntos. En una escena anterior, una mujer de unos sesenta años quiere poner fin a un matrimonio apacible. Admite no querer a sus hijos, ni a su marido. Sabe que la única forma de salvarse es a través del divorcido: se asfixia hasta tal punto de no sentir nada, ni el tacto de una mesa.

Ante la imposibildad de concer el amor verdadero, el mayor consuelo es conocerse a sí mismo.

 

 

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