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recuerdos – Comencemos por el final http://www.comencemosporelfinal.com Todo es movimiento irregular y contínuo, sin dirección y sin objeto (Montaigne) Mon, 13 Aug 2018 09:33:11 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 JOSE MOLINA http://www.comencemosporelfinal.com/2012/08/jose-molina/ http://www.comencemosporelfinal.com/2012/08/jose-molina/#comments Fri, 10 Aug 2012 20:05:24 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=753 Probablemente, el plano más bello de la Historia del Cine.

Probablemente, el plano más bello de la Historia del Cine.

Recuerdo una tarde de un domingo de invierno, de hace ya muchos años, en la que mis hermanas y yo, íbamos de Málaga a Fuengirola en tren. Así lo hacíamos cuando íbamos a visitar a mis primas y mi tía. Ese domingo mi tía estaba algo agorera y, dispuso que mi padre viniera a buscarnos a la estación. Supongo que la imagen de nosotras tres subiendo por esa larga avenida, tan antigua como el mundo, que separaba mi casa de la estación de Cercanías, le llevaba a un imaginario común de niñas desparecidas que le carcomía y angustiaba. Así que llamó a la madre de Q. para que le dijera a mi padre que viniera a buscarnos. No recibiendo la contestación de la vecina (que habría enviado a algunos de sus hijos a dar recado) me dio dinero para coger un taxi.

Al llegar a Fuengirola cogí uno apresuradamente, con cierto egoísmo, a pesar de que el cielo todavía clareaba y el camino no era largo. Al par de minutos, justo en la mitad del camino, vi a mi padre pasar, como ya me había temido nada más cerrar la puerta de aquel coche. Caminaba con elegancia, dando grandes zancadas y con las manos en los bolsillos. Alto y delgado, me recordó a los personajes de las películas del Oeste que veíamos juntos por televisión. Solitario y melancólico, envejecido, vencido y carismático.

-¡Papá! dije.

Pero para cuando me di cuenta, el taxi ya lo había dejado atrás y, no supe, no quise, decirle al malhumorado taxista, que diera la vuelta, que parara, que recogiera a mi padre.

– Pa-pá, volví a decir, pero esta vez algo más bajo y, para mí.

Era la primera vez que lo veía sin que él se diera cuenta de que estaba siendo visto como un hombre cualquiera; un desconocido más, que caminaba con semblante triste y preocupado por las calles de mi ciudad esa solitaria tarde de domingo, como son todos los domingos de inviernos. Con el ceño siempre fruncido y la mirada baja, pensando en cosas misteriosas, vaticinadoras, que yo no comprendía, pues para mí siempre fue un misterio saber adonde le llevaban la profundidad de sus grandes ojos negros.

Mientras la avenida iba vaciándose de comercios y abriéndose a la quietud de los campos ensombrecidos, una honda pena se ciñó también sobre mí. Sonreí a mis dos hermanas para convencerlas «enseguida subirá», les dije. Al cabo de tres o cuatro horas, abrió la puerta de casa, cansado y algo molesto.

¿Cómo habéis subido, Inmaculada?

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BOLAS DE CRISTAL http://www.comencemosporelfinal.com/2012/05/bolas-de-cristal/ http://www.comencemosporelfinal.com/2012/05/bolas-de-cristal/#respond Tue, 29 May 2012 19:00:50 +0000 http://www.comencemosporelfinal.com/?p=676 Como otras muchas niñas de mi edad, entre los siete y nueve años, me pasaba horas y horas delante del espejo del cuarto de mis padres, peinándome, mirándome y cantando (presuntamente) en inglés.

Me gustaba mirarme porque al hacerlo descubría detalles del rostro que aún desconocía: una peca o lunar, el color de las pupilas, la forma de la barbilla…Había por supuesto algo de vanidad pero también de reconocimiento personal; ¿esa era yo?, ¿por qué había nacido en mi familia?,¿no era raro que otras personas pudieran ver mi rostro más veces que yo?, ¿algún día sería cantante o, tendría un futuro tan atractivo como el de las niñas rubias que veía por televisión?

Estas y otras preguntas lanzaba a aquel espejo redondo como si, en vez de ser un espejo de tocador, se tratara de una gran bola de cristal que nunca se cansaba de mirarme. Pero una vez mientras pintábamos la casa, mi madre lo cubrió con una sábana, me senté encima pensado que sólo lo hacía en la cama y lo rompí, rompiéndose de esta forma mi incipiente y fructífero narcisismo.

Empecé a buscarme en espejos ajenos, de familiares y amigos, y de paso también, en escaparates, cristaleras o cualquier superficie plana que reflejará mi tímido rostro…Pero ya nunca fue lo mismo, el eco de las voces de los demás se mezclaba con la mía haciendo a esta casi irreconocible.

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